Esta semana, vamos a centrarnos en un tema que todos sabemos que es beneficioso, pero exactamente, no sabemos por qué. Se trata de las vitaminas, de las cuales, lo primero que voy a decir de ellas, es su definición: las vitaminas son compuestos de naturaleza orgánica presente en los alimentos como tal o en forma de precursores directos, que actúan como sustancias reguladoras, teniendo un carácter esencial en la dieta, por todos conocido.
Las vitaminas se clasifican en vitaminas hidrosolubles (no se acumulan en el organismo, se disuelven en agua y se eliminan rápidamente. Son de aporte diario) y liposolubles (se acumulan en el organismo, no se disuelven en agua y se almacenan en el hígado y en el tejido graso).
En esta primera entrega sobre el mundo de las vitaminas, vamos a empezar por la vitamina A, también conocida como retinol.
La vitamina A, es una vitamina liposoluble, es decir, que no se disuelve en agua, se acumula en el cuerpo y se almacenan en el hígado.
Entre las funciones de la vitamina A, encontramos:
- Es necesaria para el crecimiento normal.
- Para una adecuada respuesta inmune
- Para un correcto desarrollo fetal.
- Para que se lleve a cabo correctamente el ciclo visual.
- El ácido retinoico (es la forma activa de la vitamina A) es necesario para mantener la piel fresca, tersa y húmeda.
- Potente antioxidante gracias a los betacarotenos
La vitamina A, se presenta como tal en los alimentos de origen animal, y los betacarotenos, se presentan en los alimentos de origen vegetal, como por ejemplo el melón.
Adentrémonos un poco más en el mundo de los carotenoides:
Actualmente el máximo interés de estos compuestos, radica en su papel como antioxidantes (son nutrientes que evitan la oxidación, es decir, el proceso en el cual una sustancia se pone en contacto con el oxígeno). Que un alimento contenga antioxidantes, se traduce en una mayor protección frente a los radicales libres que produce nuestro cuerpo. Los radicales libres son sustancias tóxicas que se producen en procesos normales de nuestro organismo, como por ejemplo la respiración. Es importante estar protegido frente a estos radicales libres, ya que estos atacan y debilitan las células sanas, haciéndolas más vulnerables a enfermedades, como por ejemplo el cáncer de pulmón.
El betacaroteno que encontramos en el melón, tiene la propiedad añadida, frente a otros carotenoides (como por ejemplo, la luteína y la zeaxantina), de que se convierte en vitamina A. Cuanto más naranja sea la pulpa del melón, mayor será su contenido en betacaroteno, por lo que mayor será su propiedad antioxidante, lo que hará que nos encontraremos más protegidos frente a los temibles radicales libres, que son los precursores de la gran pandemia del siglo XXI, el cáncer.
Creo que os he dado razones suficientes para incluir alimentos ricos en carotenos en vuestra dieta, pero no contenta con eso, todavía os voy a dejar una frase para que reflexionéis:
“El secreto, muchas veces está en la naturaleza”