Entre corazones

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Nos encanta la lectura y por eso hemos decidido acercaros en forma de relatos cortos, historias basadas en hechos reales. En esta ocasión «Entre corazones».

 

Parte 1

Corrían los años 40 en un pequeño pueblo Asturiano ubicado en medio de la montaña.

Alberto y Josefa era un matrimonio con dos niñas. Se dedicaban a trabajar sus tierras y a mantener al gran ganado que tenían. Las hijas Isabel de siete años y Charo de nueve, iban al colegio del pueblo y vivían alegremente como los niños de la época, jugando en la calle e ingeniándoselas para pasar el rato.

Por las noches, la familia se reunía junto a la chimenea para cenar juntos, comentaban las anécdotas del día y pasaban el rato. Era sin duda el mejor momento del día.

Alberto y Josefa se preocupaban por los estudios de sus hijas. Charo la niña mayor, era muy nerviosa, dispuesta y además muy inteligente. Le encantaba descubrir cosas nuevas y andaba siempre corriendo y saltando por las calles.

Isabel, la pequeña, era más tranquila y sosegada, aunque cierto es, que lo que le encantaba era bailar la jota. Aprendió siendo muy niña y cada vez que tenía oportunidad se echaba unos bailes.

La vida en el pueblo era tranquila, Josefa aprovechaba, y cuando las niñas no andaban jugando o estudiando les enseñaba las labores del hogar para que el día de mañana fueran mujeres de provecho.

Charo era una niña que destacaba por encima de sus compañeros de clase sus notas eran altas y aprobaba las asignaturas sin apenas esfuerzo…

Pasaron los años y se convirtieron en unas mujercitas que desde luego no pasaban desapercibidas. Llegaron los últimos días en el colegio, y las chicas sabían que una vez terminados sus estudios en la escuela, aprenderían algún oficio para llevar dinero a casa y así ayudar a sus padres.

Un día, uno de los profesores de Charo, apareció por casa de Alberto y Josefa. El hecho de presentarse en su casa de forma tan inesperada asustó a la pareja, ya que pensaban que algo malo había sucedido. Pero nada más allá de sus expectativas…Todo lo que salió de la boca del profesor, eran palabras de orgullo hacía su hija Charo.

Comentó a los padres, que la chica estaba muy preparada para seguir con sus estudios y que sería un error por parte de ellos no apostar por la carrera de su hija.

 

Historia Entre Corazones Melones el Abuelo parte 1

 

Parte 2

Los consejos del profesor a los padres de Charo, hizo a estos replantearse el futuro de su hija. Sabían que apostar por la carrera de Charo supondría que esta dejara el pueblo y se instalara en una gran ciudad. Por otro lado, contaban con el apoyo del profesor y él guiaría a la chica…No obstante, tenían todo el verano por delante y aprovecharían para pensarlo con tranquilidad y cómo no, contar también con la opinión de Charo ya que la última palabra la tendría ella.

Pasaban los días y Alberto y Josefa seguían entretenidos en sus quehaceres diarios…sopesaban la idea una y otra vez de que Charo estudiara fuera, pero no les gustaba el hecho de que dejara el pueblo, su casa y su familia.

Una mañana de verano Esteban, el profesor, llegó a casa de la familia y estaban las chicas solas, Alberto y Josefa andaban en sus trabajos. Estuvo un rato charlando con las chicas y luego fueron a ver a Alberto y Josefa. Les preguntó si habían tomado ya alguna decisión con respecto al futuro de Charo. Esteban propuso a Alberto y Josefa la idea de que su hija se fuese a vivir a un pisito a la ciudad. La hermana de Esteban vivía en el centro en un bonito piso que compartía con una amiga más, y lo mejor es que se encontraba situado en el centro, eso sí, la distancia que le separaría hasta su casa sería de 600 km.

A medio día el profesor se quedó a comer en casa con la familia y charlaron todos juntos en la mesa. Esteban preguntaba a Charo que qué le parecía la idea de irse fuera a estudiar y Charo miraba a sus padres sin saber qué decir. Esteban insistía y contaba a todos lo maravilloso que era vivir en la ciudad, las oportunidades que te rendía, las cosas que podía hacer y la de gente que podría conocer.

Todos lo miraban con admiración pero a la vez con temor a lo desconocido, sin embargo, de alguna manera a todos les abrió la mente y les hizo tomar una decisión. Charo se marcharía a la gran ciudad para estudiar en la universidad.

Tras la decisión de la familia, Esteban se alquiló una pequeña habitación en el pueblo para estar cerca de la familia e ir preparando a Charo su acceso a la universidad.

Grandes cambios se avecinaban…

 

Historia Entre Corazones Melones el Abuelo parte 2

Parte 3

Mientras Charo dedicaba su tiempo plenamente a los estudios, Isabel lo hacía a los quehaceres de la casa, mientras sus padres trabajaban sin descanso…los días pasaban rápidos y provechosos para todos.

Llegó el gran día para Charo. Esteban la acompañó a la ciudad para presentarse a la prueba de acceso a la universidad. Llevaba dos maletas con ropa, un poco de dinero que Josefa y Alberto habían podido ahorrar, y la tristeza de haber dejado atrás a su familia. Lo único que le pidieron sus padres es que no se le olvidara de escribirles y que si necesitaba dinero les llamase.

Esteban la llevaría al piso de su hermana Rosa para que se instalara en él. Charo ya echaba de menos su casa, su familia su pueblo y acababa de montarse en el tren… pero como joven que era, también estaba ilusionada con la nueva experiencia de vivir sola en la ciudad, con todo un mundo de cosas por descubrir.

Nunca olvidaría aquel día que subió al tren con el profesor y dejó atrás a su tierra y su familia. Isabel la miró como si se fuera una mitad de ella, la echaría muchísimo de menos, pues con ella había compartido todo.

Cuándo la familia cogió el taxi de regreso a casa, nadie mediaba palabra. Ese día en casa, reinó el silencio.

Charo y el profesor hicieron su largo viaje en tren, para ella resultó ser muy agradable, pues se pasó todo el trayecto mirando atenta por la ventana. Nunca había salido del pueblo, y estaba entusiasmada con todos los paisajes que veía.

Por fin, llegaron a la ciudad y fueron a casa de la hermana del profesor.

Cuando llegó al piso se sorprendió, era un piso muy coqueto y tanto Rosa como su compañera Puri eran muy simpáticas. Compartían todo,  estudiaban y salían juntas. A Charo le gustó mucho el ambiente que había en el aquel lugar y por un momento parecía que olvidaba todo lo que dejaba atrás. Se acomodó en su habitación y fue colocando cuidadosamente sus cosas. Cuando ya tenía todo en orden, sacó sus libros y se puso a estudiar, pues en dos días se presentaba al examen de selectividad y no había tiempo que perder.

Esteban le echaba una mano y esos dos días a las nueve de la mañana estaba ya en el piso para ayudar a Charo, desayunaban juntos y se ponían a repasar todo una y otra vez.

Los dos días pasaron volando y de pronto se despertó y se dio cuenta de que era el gran día. Se arregló, tomó una tila y en la puerta estaba el profesor esperándola para ir al examen. Llegaron a la universidad y temblaba de los nervios que tenía, pero a la vez con paso firme entró decidida. Esteban le deseó mucha suerte y la esperó en la puerta, también le temblaba el pulso, pues había apostado fuerte por ella.

Pasaban las horas y Charo escribía sin descanso, de su cabeza salía todo en orden y no desperdiciaba ni un segundo en redactar…hasta que respiró hondo, puso su último párrafo y un punto y final. Levantó la cabeza, miró a su alrededor, entregó el examen y salió del aula. A la salida la esperaba Esteban, ansioso le preguntaba por todo, y ella relajada le decía; Tranquilo, tengo la intuición de que todo ha salido bien.

Tan sólo quedaba esperar los resultados, tardarían unos días en darlos, así que mientras el profesor le dijo a Charo que fuera pensando que quería estudiar, qué profesión le gustaría ejercer. Y ella decidida, le dijo; No tengo que pensarlo, ya se lo que quiero estudiar. Quiero estudiar Medicina y especializarme en cirugía cardiovascular. Esteban no daba crédito…

 

Historia Entre Corazones Melones el Abuelo parte 2

 

Parte 4

Pasaron los días, y Charo fue haciéndose a la vida en la ciudad. Escribía a sus padres casi a diario y los sábados a las once de la mañana, hablaba con ellos mediante el único teléfono público que había en el pueblo. Les contaba entusiasmado lo bien que le iba y todo lo que estaba aprendiendo en la gran ciudad.

A los pocos días Charo recibió la gran noticia. Había aprobado selectividad, con buena nota y entraría en la facultad de medicina. Esteban le dio la enhorabuena y le dijo que por su parte había acabado su trabajo y se iría a otra ciudad a impartir clases. La dejaba en buenas manos, le escribiría y estaría ligado a ella para cualquier cosa que necesitase. Sabía que sería muy buena estudiante y sacaría todo adelante. Charo no decepcionaría ni al profesor ni a su familia, estaba segura de ello.

Con el tiempo Charo, se dio cuenta que necesitaba cambiar su vestuario porque era muy diferente a lo que llevaban las chicas en la universidad, y necesitaba socializarse con el resto de compañeros, salir y hacer amigos.

Sus padres hicieron un esfuerzo y le enviaron dinero para que pudiera comprar ropa nueva. Charo cambió su estilismo y comenzó a salir con los compañeros y hacer más vida social. Transcurrido el tiempo anunciaban una fiesta en la universidad a la que fue invitada, lo cual la agradó mucho ya que se sentía integrada. Se fue de compras con Rosa y Puri para que le aconsejaran, y compró un traje precioso en un boutique. Era un traje color negro, entallado con un bonito pañuelo al cuello, una diadema para su larga melena azabache y unos zapatos de tacón. Rosa y Puri le regalaron una gargantilla y una bonita pulsera para esa noche.

Cuando llegó a la fiesta todo el mundo iba deslumbrante y ella no era menos, su larga melena llamaba la atención y se sentía muy impresionada por el ambiente de fiesta y por el poder estar con sus compañeros de clase.
En la pista de baile sonaba música sin parar y de pronto se le acercó un chico alto, moreno y muy apuesto. Este le pidió permiso para bailar con ella y Charo accedió. No dejaba de observarlo a cada movimiento y se percató de que llevaba un reloj que parecía de oro, así, que ni corta ni perezosa le preguntó que si así era, y él le respondió que si era de oro. Charo estaba alucinada de ver al chico, además de que desprendía un olor a perfume, cosa que ella nunca había visto en un hombre.
No se separaron en toda la noche, bebían, charlaban, bailaban y disfrutaban de la fiesta. El chico se llamaba Matías y estudiaba para Juez, era de la ciudad y le preguntó a ella que de dónde era y ella dudaba en decirle la verdad o no, y finalmente le dijo que también era de la ciudad.

Pasaban los días y la amistad entre ellos iba creciendo. Se veían antes de entrar a clase, compartían los ratos libres escuchando música y paseando…hasta que un día Matías se acercó a Charo y le dijo que le gustaba muchísimo y que le gustaría empezar con ella una relación. Ella lo miró y le dijo que sí.
Tras ese sí, Charo se sintió un poco confusa, ya que sabía por lo que había intuido que pertenecían a clases sociales muy diferentes.

Una tarde fue a recogerla al parque que había cerca de casa en un coche precioso y nuevecito. Charo estaba entusiasmada, pero a la vez temía porque le estaba ocultando la verdad de su procedencia.

Le contó a Rosa y Puri que no sabía qué hacer, que le gustaba mucho Matías pero no era para ella, ya que ella pertenecía a otra clase social y sus padres trabajaban noche y día para poder pagar sus estudios.
Las chicas aconsejaron a Charo, diciéndole que no se preocupara de nada, que esas diferencias no debían de importarle ya que el día de mañana ella sería una cirujana de éxito y estaría al mismo nivel económico que Matías.

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Parte 5

Charo seguía escribiendo a sus padres, y hablaba con ellos los sábados, pero no les contó nada sobre su relación con Matías. El profesor cuando podía la visitaba para supervisar sus estudios y veía que todo iba bien.
Una tarde Matías la recogió en su coche y la llevó a conocer a sus padres, eso sí, la presentaría como una amiga de la facultad. La cogió de la mano y la llevó hasta la puerta, Charo estaba nerviosísima. De pronto abrieron la puerta y se quedó boquiabierta.

Era una casa enorme y lujosa con una preciosa escalera central, por la que al subir la mirada, vio a los que suponía que eran los padres de Matías. Con gran delicadeza bajaban cada peldaño de la escalera, y Charo no sabía cómo reaccionar y en su mente se cruzaban imágenes fugaces de sus padres en el campo, de su casa, sus establos….y se sentía aún más avergonzada, no sabía cómo afrontar esa situación, cómo podría hablar de su familia a esos señores….pero a la vez, su corazón se encogía al pensar en Matías y lo enamorada que estaba de él. Durante la estancia esquivó con mucha prudencia toda pregunta relacionada con su familia y la tarde concluyó bien.

Uno de los días que salieron a dar una vuelta, a Charo se le cayó el bolso al suelo del coche, lo cogió pero en el suelo quedó una carta. A la vuelta Matías se percató de la carta y la recogió. No pudo con la intriga, decidió abrirla y comenzó a leerla. Llegó a casa y no entendía nada, volvía a leerla una y otra vez y no conseguía encajar nada. En la carta Charo hablaba de su pueblo de su familia, de su vida…

Charo al rato de estar en casa recordó que no había enviado la carta y cuándo se puso a cogerla no estaba. Buscó por todas partes y les preguntó a las chicas, pero no obtuvo resultado.

A la mañana siguiente fue a la facultad como todos los días. Y en la entrada vio a Matías, y como siempre se dieron un beso. Matías al acercarse a ella, le susurró al oído «tengo que hablar contigo, es muy importante, esta tarde paso recogerte y hablamos».

Charo quedó muy preocupada y empezó a pensar a darle vueltas a todo. Pues sabía que no había encontrado la carta y quizá la tenía el…

Fue al parque a esperar a Matías y cuando lo vio llegar reconoció en su cara un gesto muy serio. No la invitó como todas las tardes a subir a su coche sino que se dirigieron a un banco próximo y se sentaron allí para hablar. Matías sacó de su bolsillo la carta y Charo al verla empezó a llorar y Matías la miró y le dijo: «Pero Charo, ¿por qué me ocultas todo esto? No entiendo porque no me has contado toda tu verdad, lo único que consigues así es que pierda la confianza en ti, no eres la mujer que imaginé».

Charo le pidió marcharse porque no sabía cómo afrontar todo eso y no tenía fuerzas para hacerlo. Así que se levantó del banco y se fue llorando hacia su casa. Matías corrió detrás de ella, llego al piso y tocó al timbre. Le abrió la puerta Rosa y le preguntó por Charo. La compañera le indicó su habitación y Matías entró con calma se sentó a su lado y le dijo. Cálmate, cuéntame toda la verdad y no me perderás, pues te quiero con todo mi corazón…

 

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 Parte 6

Charo comenzó a explicar de dónde venía, cuáles eran sus metas… Matías la miraba, y poco a poco perdía ese sentimiento de decepción hacia ella. Miraba a su alrededor y observaba la habitación simple, con una sola cama, sin lujos, sin ni siquiera un armario, y empezó a comprender todo. Charo se había dormido, la besó en la mejilla y salió de la habitación. Habló con sus compañeras de piso para que cuidaran de ella, ya que estaba bastante triste.

Ya en casa Matías empezó a pensar en todo, él creía que podía solucionar el problema de Charo, pero quizá sus padres no lo entenderían. El joven era hijo único criado en un ambiente muy sofisticado, su padre era un banquero muy conocido y su madre procedía de una familia de alta alcurnia. No quiso esconder los orígenes de Charo y les contó quién era realmente. Cuando los padres supieron la verdad no daban crédito, y decidieron evitar a toda costa la relación de su hijo con esa chica, pues pensaban que no estaba a su nivel y nunca lo estaría.

Matías no imaginaba tanta indignación por parte de sus padres. Estaba dolido, triste y sobre todo “enamorado” de Charo. Los días pasaron, ellos seguían viéndose en la facultad, y no hablaban de nada más que de su relación. Una noche Matías fue llamado al despacho de sus padres para mantener una conversación con ellos. Estos no querían a Charo y así se lo hicieron ver a su hijo; “No es una chica para ti, es una campesina y para nada encajará en nuestra familia”. Matías rompió a llorar y dijo que la amaba con toda su corazón, que no la dejaría y que por favor no le dieran a elegir. Esa noche, Matías no consiguió conciliar el sueño.

Al día siguiente al llegar a casa, después del día en la facultad, los padres le comunicaron a Matías que si quería seguir con Charo, esta se vendría a vivir a casa con ellos, y la madre de Matías la reeducaría para que estuviera a la altura de las circunstancias, la incorporarían a la familia después de casarse con ella.

Pero la decisión más importante que tendría que tomar Charo sería la de olvidar a su familia, su pueblo, y desde luego sus padres tampoco la visitarían. Tendría que acatar las normas de la casa y la forma de vivir de la familia de Matías. El pobre se quedó sin palabras ya que sabía que Charo no aceptaría algo así y más imponiéndoselo de esa manera.

Al día siguiente Matías quedó para dar un paseo con la joven, como no sabía muy bien cómo encarar la situación, comenzó a hablarle de un futuro juntos, sin estrecheces ni preocupaciones. Ella estaba encantada, únicamente lo único que le pidió era el terminar su carrera como cirujana y hacer el doctorado. El le dijo que dejara el piso que se fuera a vivir a casa de sus padres y lo más importante que quería casarse con ella. A ella le embriagaba tanta proposición pero tenía que decírselo a sus padres. Matías no sabía cómo decirle el alto precio que tendría que pagar al decir si el día de su boda…

Para salir del paso Matías le dijo que no hacía falta que les dijera nada a sus padres para no ponerlos nerviosos que como se iban a ocupar ellos en los preparativos no era necesario avisar a nadie. “Charo diles que no es necesario que te envíes más dinero, pues no lo necesitas, y que sepas que serás la novia más preciosas de la ciudad. Poco a poco ya iremos dando la noticia”.

La muchacha recogió las cosas del piso y les pidió a sus compañeras que no dijeran nada, hasta que ella se lo pidiese. Iría a visitarlas cada vez que pudiera.
Poco a poco, fue llamando menos a sus padres y ya no escribía todas las semanas, muy de uvas a peras les mandaba alguna carta pero sin remitente, ya que les dijo que había cambiado de casa y que no le enviaran cartas, que ella sería la escribiese a ellos.

Estaba emocionada con su nueva vida, con el proyecto de boda, además de que le iba fenomenal en los estudios. Apenas sin darse cuenta se estaba dejando llevar por la vida cómoda y ambiciosa de los padres de Matías y estaba olvidando a su verdadera familia…

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Parte 7

A las pocas semanas Charo, fue presentada en sociedad por Matías y sus padres. Su suegra eligió para ella un vestido largo para la ocasión, la opinión de la joven se mantuvo al margen, como no. Prepararon una fiesta por todo lo alto, con gente de alto estatus y muy disciplinada. Los padres de Matías no desaprovecharon la ocasión y anunciaron la boda entre ellos.
La muchacha se aburría, pues no estaba acostumbrada a tanta presentación y estaba deseando que todo terminase.

A las dos semanas de la presentación, Mercedes la suegra de Charo, le dijo a Matías que había que poner fecha para la boda y preparar todo. Como siempre a la joven la mantenían al margen, ella seguía con sus estudios y acatando órdenes de sus suegros y de su prometido. Por aquella época estaba ejerciendo las prácticas como cirujana cardiovascular, y le ocupaba mucho tiempo. Al estar sumida en sus estudios, ella apoyaba cualquier decisión que sus suegros tomasen.

Una mañana Matías le dijo que debía de ir a probarse vestidos de novia, y en ese momento Charo se acordó de sus padres. Echaba de menos a su madre y a su familia. No obstante accedió a ir. Compraron un precioso vestido de novia, no el que la joven había elegido, sino el que su suegra decidió que debía de ser. Por la noche, preguntó a Matías que cuándo irían al pueblo a ver a sus padres y a decirles lo de la boda para que ellos también pudieran prepararse. El joven la miro muy serio y le dijo; “con la gente con la que tenemos que juntarnos es con la que viste en la fiesta. Además como vamos a casarnos aquí, mejor que no digas nada a tus padres”. Charo se puso furiosa y le dijo que o venía su familia o no habría boda. El muchacho muy astuto, le propuso una segunda boda en el pueblo, invitando a todo el que ella quisiera y celebrándola junto a su familia, esto la convenció.

Llegó el gran día de la boda. No había nadie de la familia de Charo, sólo familia y amigos de Matías. Sus suegros fueron los padrinos, y ella se sentía muy sola, triste e incapaz de disfrutar. Nadie que ella conociera estaba en esa fiesta, pues no pudo invitar ni a sus compañeras de piso.
Por otro lado, también pensaba que de haber estado sus padres, no les habría gustado la celebración, ya que ellos eran humildes y no entendían de lujos ni de glamour. Después de la boda, llegó la luna de miel, viajaron al extranjero y estuvieron un mes disfrutando y pasándolo en grande.

A la vuelta del viaje volvieron a casa de sus suegros y empezaron a buscar trabajo, el paso siguiente era comprar comprar una casa e independizarse, era algo que los dos necesitaban.

Charo encontró trabajo en un gran hospital que se encontraba en otra ciudad. Ella no quería rechazar ese puesto, por lo que le pidió a Matías irse a vivir a esa ciudad. El muchacho no dio su brazo a torcer y le comentó que le pondría un coche con un chofer que la llevaría y traería a diario. Matías encontró trabajo en la ciudad, y al poco los padres de Matías les regalaron una gran casa, con servicio y todas las comodidades que uno pudiera desear.

La joven se hizo conocida en sus funciones como cirujana cardiovascular, y formando parte de un gran equipo de profesionales. Pasaba el tiempo en el hospital y el poco que le quedaba libre lo disfrutaba junto a Matías. Olvidó sus raíces, su gente, su familia, el pueblo que la vio crecer. Y si se acordaba en algún momento se avergonzaba de sus orígenes. Se había convertido en una señora respetada por todo el mundo, con una gran vida social y rodeada de lujos.

Una mañana, Charo se hizo una prueba de embarazo y dio positivo. No entraba en sus planes ni tampoco en los de Matías, no les hacía mucha ilusión, pero lo aceptaron con resignación en un primer momento lo fueron aceptando. Sabían que esto les cambiaría la vida para siempre.

A los nueve meses nació una preciosa niña a la que pusieron de nombre Lucía. Como era de esperar, contrataron a una niñera para que cuidase a la niña y para que ellos pudieran seguir realizando su vida cotidiana con la mayor normalidad.

La niñera, María, quería muchísimo a la pequeña y se pasaba noche y día con ella, ya que Charo se incorporó enseguida al trabajo y a su vida social. Había días que no veían a la niña, pues se pasaban el día trabajando y por la noche eran muchos los eventos y celebraciones a los que tenían que asistir.

Pasaron los años, exactamente cuatro y volvió a quedarse embarazada, de nuevo sin buscarlo. Esta vez Charo vez fue un niño al que llamaron Pablo, que también pasó a manos de la niñera María, ya que la joven seguía más preocupada por su físico y su vida, que de la de sus hijos.

El matrimonio no se involucraban en la crianza de sus hijos y los abuelos paternos los veían muy de vez en cuando. María, era una mujer paciente y muy cariñosa. Supo educarlos en el cariño e inculcarles grandes valores, a pesar de que los niños no eran atendidos por sus padres, ella los quería como si fuesen suyos. A menudo, tenía que tomar decisiones que no le correspondían. Charo se había convertido en una mujer con un corazón vacío de sentimientos, de amor, de recuerdos… solo se debía a su trabajo y a su vida social, a la que dedicó todo su tiempo, olvidándose de todas aquellas personas que habían apostado por ella y por las que si no hubieran estado ella no sería nada, su familia, su profesor, sus compañeras de piso… todas quedaron en el olvido…

 

ENTRE CORAZONES PARTE 7.1

 

Parte 8

Pasó el tiempo y los padres de Charo, Alberto y Josefa ya eran muy mayores. Isabel la hermana pequeña de Charo, se había ocupado de ellos todo este tiempo. El no saber nada de su hija mayor Charo, había hecho mella en la salud de ambos. No sabían que eran abuelos, ni el paradero de su hija.

Los nietos de vez en cuando preguntaban por la familia de su madre, y nadie les decía nada, era un tema tabú.
Pasaron los años, Lucía ya era una mujercita y Pablo se hacía un hombre, tenían 16 y 12 años respectivamente.

María la niñera, enfermó de demencia senil y sus familiares cuidaban de ella. Como Lucía y Pablo se valían por si solos, ya no contrataron a ninguna niñera más, ellos eran responsables ya que su querida niñera los había educado muy bien. Mientras, Matías y Charo querían involucrar a sus hijos en sus fiestas y que la gente los conociera. A ellos, no les gustaba ese ambiente, y tampoco como se comportaban sus padres y abuelos en esas fiestas.

Llegó el invierno en el que Lucía cumplía la mayoría de edad.
Sus padres decidieron celebrar ese cumpleaños tan especial y presentarla en sociedad. Le hicieron una fiesta a lo grande y le compraron un espectacular vestido. Lucía era una chica tranquila y obediente y este tipo de fiestas no eran muy de su agrado.

Como ya era mayor de edad pidió a sus padres permiso para ir a esquiar a la montaña con sus compañeros de instituto. Había sido invitada en varias ocasiones pero nunca la habían dejado. Sus padres esta vez accedieron, mientras preparaba la maleta para tan ansiado día, se acordó de María, ella siempre le había ayudado a realizar estas tareas y un sentimiento de tristeza la invadió.
Llegó el momento de la excursión, iban diez chicos y diez chicas, se hospedarían en el hotel de la estación de esquí. Cuando llegaron, Lucía se fue directa a la pista de esquí, le hacía mucha ilusión y aunque ella no sabía esquiar, entre los monitores y sus amigos aprendió rápidamente.

Una noche, decidieron bajar a un pueblecito que había en la ladera de la montaña. Allí estuvieron de fiesta todos juntos. Les gustó tanto el pueblo, que decidieron visitar los otros pueblos que estaban en la ladera y en el valle. Una de las noches entraron a una sala de fiestas que estaba llena de gente joven.
Lucía quedó impresionada, pues nunca había visto nada igual, sólo había estado en los bailes aburridos que frecuentaban sus padres. Aquella música que sonaba le encantaba, y empezó a bailar y bromear con sus amigos. Al baile se unieron chicos y chicas de allí, de pronto, un chico moreno se acercó a Lucía y la invitó a una copa. Ella accedió a la invitación y se fueron a un ladito a charlar mientras se tomaban la copa.

Pasó el tiempo, y ya llevaban unas copas de más y estaban muy divertidos. El chico pidió a Lucía salir fuera y la invitó a ir a su coche. Lucía accedió y cuando estaban en el coche comenzaron a besarse, acariciarse e hicieron el amor. Era su primera vez.

Al día siguiente todos los amigos partieron a casa.
Ya en la ciudad, Lucía, no había contado nada a nadie de lo sucedido, pero le daba muchas vueltas a la cabeza. Ella seguía con sus estudios y vida diaria, hasta que llegó el mes siguiente y algo no encajaba, de aquella noche se acordaría toda su vida.

Tenía la sospecha de que podía estar embarazada, a los veinte días, un test de embarazo confirmó tal presentimiento, estaba embarazada. Se sentía sola y la relación con su familia no era la más idónea para revelarle tal noticia.

Siguió sus estudios, con la determinación de que ese niño vendría al mundo, y nada ni nadie le haría cambiar de opinión. A esa preocupación se sumaba que apenas sabía nada del padre de su futuro hijo, ni siquiera sabía su procedencia ni su nombre…

ENTRE CORAZONES PARTE 8

 

 

Parte 9

Pasaron los días y Lucía no paraba de darle vueltas a la cabeza. Tomó la decisión de llamar a sus padres y contarles lo que estaba pasando, pero sus padres, como venía siendo habitual, no tenían tiempo para ella.

La joven espero el día idóneo y una noche de las que su madre llegó a casa más temprano, aprovechó para contarle lo sucedido. Antes de mediar palabra ya había comenzado a llorar y entre dientes le dio la noticia; estaba embarazada de tres meses. Charo, en un primer momento no se creía lo que había escuchado, fue a buscar a Matías, con un sofoco tremendo y a gritos le dijo que la desvergonzada de su hija estaba embarazada. Fue una situación muy violenta que pronto se centró en saber la procedencia del padre de la criatura y en que momento Lucía había podido quedarse embarazada. La joven no salía mucho y los padres apenan recordaban que su hija había ido a la montaña hace escasas semanas con sus amigos. Para los padres de Lucía era un escándalo de cara a sus amistades y mas aún sabiendo que el joven no era de alta alcurnia y peor aún que no sabían ni su nombre. Aún así, Matías intentó tomarse la situación con más calma y consiguió sosegar a Charo. El padre tenía claro que esa situación se debía resolver con el aborto de Lucía. Ahí quedó la conversación, los padres se marcharon a dormir y la chica subió a su cuarto. Una vez en su cama se abrazó el vientre y se prometió a sí misma que su bebé nacería, que se iba a sentir muy orgullosa de él y que se haría mayor pesara a quien le pesara.

A la mañana siguiente desayunaron los tres juntos, ninguno de los dos le dirigió una palabra a Lucía y una vez terminado partieron hacia sus trabajos. Sería una jornada intensa ya que ese mismo día Charo había quedado con Matías en el hospital para hablar con un equipo de ginecólogos para proponerles la situación de Lucía. Una vez en casa, tras una breve conversación y sin mediar palabra, llamaron a Lucía para que fuera a su despacho. A Matías esa situación le recordó cuando sus padres lo llevaron al despacho para decirle que dejara a Charo y se buscara a otra chica. En este caso él no estaba dispuesto a ceder y en ningún sentido dejaría que Lucía tomara otra decisión. Por otro lado, Charo había perdido todos sus sentimientos y no sentía empatía ninguna por el mal momento que estaba pasando su hija. No recordaba sus principios, en nada se parecía a esa joven que salió de su pueblo lleno de ilusiones y asustada por separarse de sus seres queridos.

Lucía entró al despacho cabizbaja, asustada y con lágrimas en los ojos. Se sentó y Charo fue la primera que le dirigió la palabra diciéndole que igual que había podido entregarse a un chico de esa manera, que no se pusiera a llorar ahora, que hiciera una pequeña maleta ya que como mucho en un par de días se irían al hospital. Lucía aumentó su llanto, se levantó, y les dijo que ella no iba a ir a ningún lugar. Matías con voz firme le respondió que eso no había sido una pregunta, era una hecho y ya estaba decidido. No querían poner en boca de todos que su hija había tenido un hijo con un desconocido. La chica corrió llorando a su habitación y no podía asimilar lo que había escuchado. Pasó la noche sin dormir.

A la mañana siguiente Charo le comunicó a Lucia que en dos días tendría que ir al hospital para interrumpir su embarazo, ella se reveló y les dijo que ella iba a seguir adelante con o sin su apoyo. Su madre le contestó que sería la vergüenza de la familia y que si tenía el bebé no podría seguir viviendo en esa casa. Lucía aceptó correr el riesgo…

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Parte 10

Llegó el día de ir al hospital y a la negativa de Lucía, su madre, Charo, respondió llenando una vieja maleta (aquella que hacía muchos años ella había cargado desde el pueblo) con ropa de la joven, algo de dinero y su documentación. Había echado a su hija de casa ante la mira indiferente de Matías, que no hizo nada ante aquella situación.

De la noche a la mañana Lucía se vio sola, sin saber dónde ir, casi sin dinero y con una maleta vieja. Decidió pasar la noche en la estación de autobuses, desde allí cogería un autobús a la ciudad, de dónde finalmente partiría a buscar al padre de su niña. En ese pueblecito de la ladera de la montaña donde hacía unos meses fue a pasar un fin de semana con sus amigos que le cambiaría la vida.

Una vez en el pueblo Lucía intentó dar con el joven, pero par más que se esforzó en dar una descripción, sin un nombre nadie podría ayudarla. Tras preguntar en todos los lugares en los que el chico pudo frecuentar, Lucía se marchó del pueblo, sin una respuesta y si cabía, aún más triste.

A la joven no le quedo otra que volver a la ciudad. Una vez allí decidió que iría hacia el norte y tras un largo viaje llegó a su destino. Entró en un pequeño bar que se encontró al andar unos pocos pasos, le atendió muy atenta una señora mayor, que de entrada ya vio a la joven muy afectada. La invitó a tomar asiento en una mesa y le tomó nota.

Juana, que así se llamaba, se acercó con el vaso de leche que Lucía le había pedido y le comentó que tenía muy mala cara, que si necesitaba algo más. Al oír estas palabras Lucía se echó a llorar desconsolada a lo que Juana le respondió con un abrazo. La joven estaba desorientada, no sabía muy bien donde se encontraba y los nervios no la dejaban mediar palabra. Con una voz tenue le contó que estaba sola, sin saber dónde ir y que nadie vendría buscarla. Necesitaba sitio para dormir y no sabía dónde encontrarlo a esas horas, no pudo contarle mucho más, estaba cansada incluso para hablar.
Tras beberse el vaso de leche, Lucía hizo el intento de sacar dinero de su maleta para pagar, a lo que Juana rápidamente le contestó: “a ese vaso de leche estas invitada y además hasta que no sepas donde vas a pasar la noche no voy a consentir que te marches”. A esas horas, la única solución para que Lucía pernoctara bajo un techo, era pasarla en casa de Juana. Así fue, la mujer después de una pequeña conversación con su marido invitó a la joven a dormir en su casa. Ella en un primer momento contestó que no quería molestar pero Juana se opuso a ello, no iba a consentir dejar a la pobre niña desamparada, la cogió de la mano y anduvieron los tres hasta su humilde casa, era una casita pequeña pero muy acogedora.

Una vez allí Juana le enseñó su habitación a Lucía, le dijo que tomara un baño caliente para relajarse y se pusiera cómoda mientras ella le preparaba un plato de sopa. La joven no sabía cocinar ni hacer las labores de la casa, siempre habían tenido servidumbre, lo único que le faltó, fue lo más importante, amor y cariño. La forma que Juana tenía de atenderla, de secar sus lágrimas y coger su mano, le recordó a María, su niñera, su amiga y la que hizo la labor de madre durante toda su infancia. Después de tomar la sopa Lucía se fue a la cama, Juana la arropó y le dio un beso de buenas noches.

Al día siguiente, Lucía se levantó muy temprano dispuesta a dejar la casa, no sin antes agradecer la solidaridad de los anfitriones. Juana y Guzmán recibieron gustosos el agradecimiento, pero no estaban de acuerdo en que se fuese tan rápido, les había intrigado la situación y querían saber más acerca de esa pobre chica, por lo que la invitaron a desayunar al bar y una vez allí la joven les contó toda su historia.

Juana y Guzmán, quedaron sorprendidos ante la frialdad de los padres de Lucía, ellos para nada estaban de acuerdo y jamás habrían desterrado de esa forma a una hija suya. El longevo matrimonio, siempre había querido tener hijos, pero por diferentes motivos no se puedo dar. Lucía les había caído del cielo y no dejaron pasar la oportunidad. Le ofrecieron una vida nueva a ella y a su futura hija…

ENTRE CORAZONES PARTE 10.1

 

Parte 11

Mientras todo esto sucedía, Charo y Matías, excusaban la ausencia de su hija a los ojos de su círculo más cercano, contándoles que la habían enviado a estudiar fuera de España. Diciendo esto sus conciencias se apaciguaban y la triste verdad no salía a relucir. Charo se pasaba el día entre corazones y Matías entre juicios y leyes, eran personas de sentimientos fríos, que anteponían otras muchas cosas a su familia.

Lucía ya había empezado su nueva vida junto a Juana y Guzmán a la espera del nacimiento de la niña. El matrimonio la ayudó y le enseñó a llevar el bar y los quehaceres del hogar. La joven había encontrado mucho cariño y comprensión, sentía que la cuidaban de corazón y estaba feliz de estar con ellos.

A pesar de no conocer a nadie en el pueblo, Lucía, poco a poco fue mostrándose más acogedora e iba relacionadose con la gente del pueblo. El matrimonio estaba muy contento de la decisión que habían tomado, tenían mucho cariño guardado y reprimido de tantos años sin tener hijos y este lo volcaron completamente en Lucía. Todas las tardes Juana y Lucia salían a pasear mientras que Guzmán se encargaba del bar, entraban a tiendas de bebés y casi siempre le compraban algo a la niña. Cada día antes de irse a la cama siempre daba gracias por haber encontrado una verdadera familia.

Llegó la hora del parto de Lucía, ese día no abrieron el bar y fueron al hospital, acompañándola en todo momento. Fue un momento inolvidable para los tres cuando le mostraron la niñita a Lucia, lloraron todos de alegría, definitivamente les había cambiado la vida. Para la vuelta del hospital, Juana y Guzmán tenían todo preparado para recibir a las dos princesas. Quien les iba a decir a ellos que un día su hogar iba a tener ese olorcito a bebé, juguetes por toda la casa. Como no podía ser de otra forma ellos fueron los padrinos y los que le pusieron el nombre a la niña, se llamaría Aurora y tendría los mismos apellidos que su madre.

La niña iba creciendo muy bien, rellena, bonita y sana. Lo querían hacer todo con y por ella, sacarla de paseo, llevarla al parque, recogerla de la guardería y mil cosas más. Lucía estaba encantada del giro que le dio la vida gracias a ese matrimonio, poco a poco pasaba más tiempo en el bar y Juana y Guzmán ejercían y disfrutaban como los abueletes que eran, no de sangre, pero sí de corazón.

Pasaron los años, Aurora fue creciendo y los abuelitos envejeciendo, la joven se había convertido ya en una mujer responsable y trabajadora, gracias a los buenos consejos que sus padres adoptivos le habían dado. Todo este tiempo Lucía no sabía nada de sus padres ni sus padres de ella y a pesar de que ahora era muy feliz, algunas veces un sentimiento de tristeza le inundaba el corazón…

 

ENTRE CORAZONES PARTE 11

 

Parte 12

La agradable pareja que hacía ya dieciocho años había acogido a Lucía, se iba haciendo mayor. Primero fue Guzmán el que enfermó, pasaron escasas semanas hasta que aquel bondadoso hombre que había ayudado a aquella joven a tener una nueva vida falleció. Durante un tiempo entre Juana y Lucía sacaron el bar adelante, Aurora les iba echando una mano, pero su principal tarea era la de sacar unos buenos estudios adelante. Antes de quedar viuda Juana ya había decidido junto a su marido que el bar se lo quedaría Lucía. Solo tres años después la que había sido como una madre para la joven murió. Ahora les tocaba a madre e hija afrontar la vida solas.

Pasaron los años, Aurora se convirtió en una joven muy responsable, tenía muchos amigos con los que se normalmente quedaba. Era una muchacha muy sencilla y no le gustaba mucho salir de discotecas. Una de sus mayores aficiones era el cine, solía ir bastante, incluso alguna que otra vez acudía sola. Uno de esos días que salió con su grupo de amigos y decidieron ir al cine, sería el comienzo de una bonita historia de amor. La joven cayó sentada al lado de un joven (bastante mayor que ella) que tenía en las manos un paquete de palomitas, que al ratito de sentarse le ofreció y ella de forma tímida accedió a coger unas poquitas. Al terminar la película el señor se le presentó, se llamaba Andrés, entablaron un poco de conversación y compartieron puntos de vista acerca de la película. A los dos les apasionaba el cine y aunque la edad era muy dispar, quedaron en que si alguna vez alguno de los dos les apetecía ir al cine podrían quedar. Él regentaba una farmacia junto a su hermano, Aurora la conocía y ese fue el lugar al que la joven tendría que acudir si algún día quería quedar con el para ir al cine.

A los días Aurora fue a la farmacia de Andrés. Estuvieron charlando un rato y quedaron para ir al día siguiente al cine. Así fue, vieron la película tomando palomitas y al terminar Andrés se ofreció a llevarla en su coche y dejarla en su misma calle, ya era tarde y no quería que se fuera sola. Poco a poco fueron quedando más a menudo, Aurora se sentía cada vez más atraída por él y aunque a él le pasaba lo mismo, era consciente de que era bastante mayor que ella. Ella se fue enamorando de Andrés, lo visitaba en la farmacia casi a diario.

Un día Aurora decidió contarle a su madre su historia con Andrés. Cuando Lucia cerró el bar y llegó a casa se sentaron a hablar. A parte de madre e hija eran muy amigas. Le contó que estaba enamorada, pero Lucia ya lo veía venir, le contó todo, incluido la diferencia de edad , pero que era muy buena persona, y que la trataba genial. Lucía le dio su aprobación y le dijo que lo invitara un domingo a comer para conocerlo. Para Aurora el apoyo de su madre era muy importante. A Lucía sus padres nunca la ayudaron y no quería eso para su hija.

Aurora invitó a Andrés a ir a casa a comer el domingo, le explicó que su madre era la única familia que tenía, era su vida, no tenía hermanos ni conocía a su padre y su familia materna no quiso saber nada de ella ni de su madre desde que se quedó embarazada. Andrés le contó que sus padres no vivían, tenía dos hermanos, vivía con uno de ellos y su hermana estaba casada y tenía dos hijos. Ella conocía al hermano de Andrés, se llamaba Lucas, y trabajaba con él en la misma farmacia. Aquel domingo llegó, Lucía preparó un plato que Aurora le encantaba y pusieron una bonita mesa entre las dos. Sonó el timbre y Lucía abrió la puerta. No podía creer lo que veía, aquel joven se parecía increíblemente al muchacho con el que pasó la noche en la que Aurora fue concebida. La comida transcurrió con normalidad, pero Lucía no paraba de darle vueltas a la cabeza y a ese increíble parecido…

 

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Parte 13

A la noche siguiente, Lucía decidió hablar con su hija, no sabía seguro si podía ser cierto pero aquel hombre se parecía mucho al joven que conoció la noche en que Aurora fue concebida. La joven quedó sorprendida con la historia que su madre le relataba. Decidieron afrontar la realidad e ir a hablar con Andrés, para dar esclarecer esa situación.

Llegaron a la farmacia estaba cerrada, pero vieron a Andrés salir por la puerta pequeña, Aurora corrió hacia él y le dijo que tenían que hablar de algo muy importante, Andrés estaba asustado por el tono en el que se lo dijo y no entendía nada al ver que la joven iba acompañada de su madre. Las invitó a subir a su casa. Se acomodaron dispuestos a hablar, y en ese momento Lucia se levantó y se acercó mucho a Andrés para ver si la reconocía. Habían pasado 22 años, intentó recordarle todo lo que pasó aquella noche en la discoteca hacía ya tantos años…
Andrés estaba atónito con lo que le decía Lucia, él no recordaba ni entendía nada, pues en aquellos tiempos el era todavía muy joven, imposible que se tratara de él. Los tres estaban muy centrados en la conversación, intentando sacar algo en claro, cuando de repente se abrió la puerta de casa y apareció un hombre con gran parecido a Andrés. Se trataba de su hermano mayor, su hermano Lucas.

De pronto Lucía entendió todo, Lucas era el padre de Aurora y Andrés era su tío, ninguno daba crédito a lo ocurrido. La madre le contó a Lucas que lo estuvo buscando desde aquella noche y que nunca más supo de él hasta el día de hoy.

Durante toda la noche estuvieron hablando… Aurora escuchaba todo muy atenta y las historias encajaban, era lo mismo que le había contado su madre la noche anterior. Todo cobraba sentido conforme hablaban y eso suponía un giro de 180º grados entre la relación de Aurora y Andrés. El destino quiso que Lucía y Lucas se reencontraran de nuevo. Pasado el tiempo retomaron su relación y con ello, los años y momentos perdidos, convirtiéndose en una pareja inseparable.

Con el tiempo, todo volvió a su lugar. Habían conseguido formar una familia después de tanto tiempo. Un día cualquiera mientras Aurora ayudaba a su madre en las tareas de casa, se encontró una vieja maleta que le llamó mucho la atención. La desempolvó y al revisar los bolsillos encontró un documento de identidad de una señorita que compartía el apellido de su madre y poseía un gran parecido con ella. La curiosidad pudo con ella, decidió hablar con su tío Andrés, con el que compartía una gran amistad. Entre los dos decidieron organizar un viaje familiar hacia la localidad que en ese documento aparecía. Sería una agradable sorpresa, y quién sabe lo que ese pueblo les depararía. Emprendieron el viaje y cuando estaban llegando al pueblecito que buscaban, Lucía no podía creerlo, estaba alucinada de ver que era el pueblo donde conoció a Lucas. Esa noche rememoraron viejos tiempos.

Al día siguiente pasearon juntos por el pueblo, y Aurora decidió encaminar a la familia hacia la calle que en aquel documento aparecía. Al llegar a la dirección, encontró a una anciana sentada en su portal, desde dentro se escuchó una voz que la llamaba. Lucía se detuvo, pues esa voz le resultaba familiar. Lentamente Lucía se acercó al soportal, en ese momento salían del interior de la casa la señora que había visto momentos antes y una mujer desmejorada en silla de ruedas. Las piernas de Lucia empezaron a temblar y Lucas se acercó a ella ya que la notaba muy nerviosa. De repente, no daba crédito a lo que veía, esa mujer envejecida, era Charo, su madre. No pudo aguantar y corrió a abrazarla, besarla, preguntarle por su vida, su salud, sus abuelos, por su padre y por su hermano. Pero Charo no tenía palabras, la mujer que estaba de rodillas apoyada sobre sus piernas sin parar de abrazarla, era la misma niña que echó de casa con aquella maleta vieja. La anciana quiso echarla de casa, pensaba que estaba loca, pues decía que su hija Charo solo tenía un hijo. Lucía se dio cuenta de que la habían borrado de sus corazones durante todos estos años, ya ni existía para ellos. Charo seguía sin mediar palabra, no podía reaccionar ante esa situación, se mostraba fría como siempre ante su hija, por lo que Lucia cogió de la mano a su abuela y la sentó en un sillón para contarle toda la historia desde el día que la echaron de casa…

 

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Parte Final

Pasaron horas hablando, Lucía contó a su abuela por todo lo que había pasado, como rehizo su vida gracias a la solidaridad de Juana y Gúzman, los que serían sus padres hasta el final de sus vidas. Charo escuchaba desde una esquina sin dar muestras de arrepentimiento, totalmente carente de sentimiento.
 
De pronto entró en casa un ancianito, que venía con una cesta llena de comida. Era Alberto, el abuelo de Lucía. Para ella aquel era un momento con el que siempre había soñado, siempre quiso conocer a su verdadera familia. Entre lágrimas al darse cuenta de que era su abuelo, se fue corriendo hacía él y le dio un gran abrazo. Alberto no daba crédito, hasta que su mujer, Josefa, le puso en situación.
 
Estaban todos juntos, Lucía había presentado a toda la familia, a su hija Aurora y a Lucas. Todos estaban compartiendo las vivencias de todos estos años, en los que había tenido ningún tipo de contacto.
Mientras Charo seguía sin mediar palabra. Lucía decidió acercarse a ella. Le cogió la mano y la besó suavemente. Charo la miró a los ojos y empezó a llorar desconsoladamente. Le dijo que estaba muy arrepentida de lo que hizo en el pasado. Que su vanidad y ambición le habían hecho perder los sentimientos de amor y humildad que en su corazón habitaban y lo más importante, había perdido a sus hijos.
No sabía cómo consintió llegar a tal situación y actuar tan mal. Había vivido todos estos años vacía, sin ilusión por nada ni nadie.
 
La historia de los padres de Lucía después de todo lo que pasó fue una gran tragedia. Pocos años después de la pelea con su hija, un día de los tantos que tenían un evento en sociedad, durante el camino de vuelta a casa tuvieron un fatídico accidente de tráfico. En él, Matías el padre de Lucía, perdería la vida y Charo, aunque sobrevivió, jamás volvería a andar.
 
La familia de Matías con los años se desentendió de ella. Charo entró en una fuerte depresión y mientras su hijo Pablo se había casado y se había ido a vivir a Alemania. Se había quedado sola y sin ayuda. Fue entonces cuando decidió volver a su pueblo natal, y después de muchos años de ausencia para su familia, fue acogida con el mismo amor y cariño con el que la habían tratado de niña. Fue en ese momento cuando se dio cuenta de que nunca debió dejar de lado a su familia, que aunque era pobre en el aspecto material, era muy rica en valores.
 
Después de contarle todo aquello a Lucía, le pidió perdón, entre la vergüenza y la tristeza de haber perdido todos esos años. Jamás sería lo mismo, pero ese sentimiento de reconciliación alivió los corazones de ambas.
 
Para Lucía todos aquellos acontecimientos fueron una mezcla muy grande de sentimientos, sabía que no podría dejar a su familia como si nada y volver de vuelta. Ella no era así y decidió hablar con Lucas para intentar buscar la forma de vivir en aquel pueblecito cerca de su familia y acabar con esa pena que había llevado consigo tantos años. Decidieron abrir una pequeña farmacia, se compraron una casita y empezaron a vivir una nueva vida junto a su familia.
 
Lucia se volcaba en ayudar a su madre, su tía y sus abuelos. Años después del reencuentro, Charo entró en demencia, iba perdiendo memoria hasta el punto de incluso olvidarse de quién era ella misma.
Charo, en el pasado había perdido su corazón y ahora era su mente la que la había dejado, así llegó al fin de sus días, muriendo en los brazos de su hija, que la cuidó con esmero, cariño y sin ningún rencor

F I N

 

Obra original: Juliana Fructuoso
Adaptación: El Abuelo de los Melones

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