El pintor Emilio Pascual no usa boceto, no tiene proyecto. Se concentra en la obra y se deja llevar por lo que la obra quiere ser.
Para él la pintura es dónde ha encontrado el equilibrio en su vida, una pintura simple que se puede observar en los paisajes del campo. Este artista plástico yeclano os va a sorprender.
Con Emilio Pascual, cultivamos momentos únicos, sueños, charlas, espacio y conocemos su nueva obra «Sentados sobre una piedra».
¿Cómo llegó la pintura a tu vida?
Soy nieto de impresor, mis recuerdos de infancia están llenos de tintas, imágenes, colores y papeles. Pero quizá fuese el empuje de un profesor de dibujo en el bachillerato lo que me motivó y me llevó a ingresar en la Facultad de San Carlos de Valencia.
Un sueño por cumplir…
Seguir pintando toda mi vida. La exposición que realicé en la Fundación Pedro Cano recientemente quise titularla «Con las manos llenas de colores». Es un gesto, una actitud ante la vida. Siempre estar trabajando, descubriendo. No estoy de acuerdo con esos artistas que saben demasiado bien qué quieren hacer. El pintor, ante el vacío, ante ese espacio en blanco del lienzo, no tiene otra referencia que el diálogo que se establece entre él y ese soporte sobre el que se crea el pensamiento que intenta dar sentido a la imposibilidad de razonar. Yo trabajo sin boceto, sin proyecto. De aquí viene la necesidad de concentrarse, de seguir paso a paso, de pedir a cada obra lo que ella quiere ser. Sentarse ante el vacío, ante la duda, es el momento más importante, y será en la decisión primera donde se empezará a generar todo el proceso de creación. Creo en la práctica de la pintura como generadora de pensamiento, como generadora de conocimiento, donde la reflexión es la misma práctica; “no es lo que quiero decir, sino cómo lo digo”. Hay que meterse dentro de la obra y seguro que surgirá la sorpresa que excite nuestra conciencia, esto es la autentica creación, una sorpresa que nos impide adormecernos. “Para mí la pintura es siempre lo desconocido, nunca sé lo que vendrá” dice Bram Van Velde. En este momento cuenta más la sensibilidad, la emoción, la actitud, el sentir… que lo que desde la razón podamos reflexionar.
La pintura te permite…
Mantener un equilibrio en mi vida y por tanto disponer de bastantes ratos de felicidad, siempre hay nuevos retos que me mantienen activo. Soy un artista silencioso. Yo no soy ambicioso. Mi ambición es tener tiempo para mí. A mí no me interesa lo comercial en el Arte. Yo prefiero renovar mi creatividad en cada nuevo proyecto, sorprenderme en cada nuevo cuadro o escultura. Pienso, como Rilke, que la obra artística siempre «es el resultado de un haber estado en peligro, de haber llegado hasta el final de una experiencia hasta donde ya nadie puede ir más lejos». Así, cuanto más avanzamos en ella nuestra vivencia se hace más propia, más personal, más única. Ahí radica, justamente, la ayuda enorme que constituye la pieza artística para la vida de quien tiene que hacerla…
Sentados sobre una piedra…
«Todo aquél que sea capaz de estar un rato en el campo, sentado sobre una piedra, es capaz de ver mi pintura» . Esta frase es de la pintora americana Agnes Martin.
Es un canto a la contemplación en el arte. «A la orilla del aire», «Silencio en medio de la luz»….han sido otros títulos de mis exposiciones anteriores, y todos con la misma idea del Arte en mis planteamientos. Y es que, mi concepto del Arte no es conceptual, no es intelectual, está basado en lo vivido, en lo natural, en la sensibilidad de la mirada. Mirar hacia fuera y ver para poder mirar hacia dentro, para conocernos íntimamente. Nuestra obra debe ser un apunte de nuestra vida, un producto de la emoción que sea capaz de emocionar. Debemos aprender a “ser reflejo de nosotros mismos”, sin caer en intelectualismos innecesarios ni trampas dialécticas. Yo elijo un soporte y comienzo un diálogo con la pintura, con el color, con el espacio, y con todo lo que vaya apareciendo en ese momento de tensión de emoción y de sorpresa de lo no conocido. Un trabajo rápido y tenso en el que los matices, transparencias, gradaciones, texturas, etc., se dan por el propio proceso de pintar. La pintura no es lo que pongo, sino lo que resulta. “La mano y la mirada se aúnan para dar resultados” que me señalan el camino a seguir hasta que aparece esa tensión de “lo no conocido” donde se refleja mi forma de mirar, mi forma de estar y de sentir. Es la pintura la que nos lleva a “nuestro saber” a descubrir y a valorar lo imprevisto con “pensamiento de pintor”, con “inteligencia de pintor” generando en este proceso la verdadera reflexión. Es en nuestras decisiones donde surge el nuevo pensamiento, que se define en el propio proceso de la obra.
El “melón” te inspira…
Texturas, matices, sabor. Y trae a mi memoria muchos buenos recuerdos en familia, entre ellos siempre recordaré cómo mi padre nos enseñaba a mi y a mis hermanos a partir el melón de forma creativa.
Realizaba unos cortes alternativos en «zig-zag» y acababa dándole una palmada al melón en el centro y en ese momento aparecía una flor en tonos amarillos y verdes que siempre llamaba la atención de todos los presentes.