Ángel Pintado, orgulloso de dedicar su vida a la pintura, su pasión

En nuestra ruta con el seiscientos de Melones el Abuelo, nos hemos desplazado hasta Castilla-La Mancha para seguir descubriendo la pasión que se genera en torno al oficio. En esta ocasión, hacemos una parada en Tomelloso para conocer a Ángel Pintado.

Su pasión por la pintura es innata, ningún miembro de su familia se había dedicado a este oficio. Tras el paso de los años por el mundo laboral, donde trabajó en el campo, como albañil y en la confección, decidió dedicarse por completo a la pintura a la edad de 25 años. 

De formación autodidacta, recuerda desde bien pequeño que tenía facultades para el arte de la pintura. Un arte que su mentor, Antonio López Torres, le ayudó a profesionalizar. 

Sus inicios en la pintura comenzaron en Madrid, donde visitó galerías, museos, exposiciones y pudo asistir a cursillos para especializarse. Empezó trabajando en una cocinilla de 1×1 metro, y tras más de 40 años, ha conseguido crear su estudio, su templo de la pintura, donde disfruta con cada pincelada.

Para Ángel, lo más importante antes de iniciar la pintura de un lienzo en blanco es saber que quieres ver en el cuadro, y madurar esa idea en la cabeza. A la hora de inspirarse, tiene presente la naturaleza, el campo y el paisaje. Asimismo, la fruta y las hortalizas son para Pintado elementos con vida y que se prestan con facilidad a la plástica.

Se define como un pintor prolífico que trabaja todos los temas. Entre ellos, nos habla de uno muy peculiar, los desguaces. Asegura que donde los demás ven chatarra, él ve obras de arte, unos retratos que representan el siglo XX y XXI.

Hoy, se siente orgulloso de haber podido dedicar su vida a su pasión, 40 años a la pintura y a ser pintor, un oficio que para él lo es todo. Pintado nos confiesa “sin la pintura la vida no tendría sentido para mi, me dedico a lo que amo y aprendo de ello cada día”. Asimismo, nos relata que este oficio le ha llevado a apreciar el valor del tiempo, el mayor capital de una persona.